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Esquirla

Una aspereza del duelo es saber que a nadie de los amados le importará realmente qué advenga de ti. No vibrarán de contento si te va bien. Y habrá indiferencia igualmente, o incluso regodeo, si te va mal.

Como la situación es reversible y tú estás en la misma disposición hacia ellos, se da la tentativa momentánea de revertirse hacia lo perdido, y probar a restaurarlo.

Como nada regresa en verdad, tal tentativa de reparar lo enajenado es imposible. 

Pero sí se alumbra lo que fue el amor, por una vez más que ya es posterior a la última, en una repetición externa a la serie de las repeticiones.

Entonces agradeces esos amores vividos, idos sin regreso. Y así portas contigo adelante, tras el ya nunca más, un siempre que no es del recuerdo sino de la verdad que desistió: como una esquirla suya que permanece incrustada en lo real.

Tal esquirla te promete, sin garantía, que otra verdad aún es posible.